Libros p/grandes y chicos

LOS ECOS PROFUNDOS

RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN



Por Julieta Nardone


El poeta y periodista argentino Raúl González Tuñón (1905-1974) nació en el barrio porteño de Once. Con menos de 20 años publicó sus primeros versos, reunidos más tarde en El violín del diablo (1924), en los que manifiesta su preferencia por la cofradía de los suburbios. El ambiente marinero y prostibulario aparece con cierto aire malditista, en trato constante con el sentimentalismo, la fatalidad y una soltura sin jactancias. Revuelto paradójico de la periferia… En La calle del agujero en la media (1930) ya encontramos un entusiasmo más audible: “Tú crees todavía en la / revolución / y por el agujero que coses en tu / media / sale el sol y se llena todo el / cuarto de luz”. Allí deja al descubierto la ductilidad de su voz; escandida con una intensidad metafórica que nos lleva por la marea errática de aquellos espíritus con los que experimenta un caudal de vida enorme. Por cierto, el poeta estuvo vinculado al Grupo Florida por compartir el interés estético, sin embargo, es notoria también su proximidad a los de Boedo (militantes de izquierda en su mayoría) debido a sus preocupaciones políticas y sociales. Vivió en París y en Madrid, y esa manera de andar, ávida de cosmopolitismo, aligeró su pluma para tocar más directamente los temas civiles: trazos que van esbozando un compromiso social cada vez más definitorio. Así, La rosa blindada (1936) se presenta como la ratificación de una serie poética que por ser de alto voltaje ideológico, rara vez cede a las tentaciones del discurso argumentativo.
Transitaba todo tipo de márgenes, fascinado por los vagabundos y pícaros seres, amante de los revolucionarios. Goce, placer, desgarro existencial, dolor ante las pérdidas inevitables. Asimismo, un don de ver y experimentar lo infinito en las cosas más pequeñas. Recordemos el poema “Canción para vagabundos”, que resucita hasta a los más dormidos con “todo nos falta en el mundo / todo, menos la alegría…”, y aquel cierre que convoca enfáticamente “prosigamos, si Dios quiere, nuestro camino sin Dios, que siempre se dice adiós y una sola vez se muere”.
Sus palabras sobreviven sin achicar resonancias, y aventuremos, perdurarán por siempre porque -sea la época que sea- no dejará de presentarse como actual. Van dos demostraciones: un ícono del rock y otro del tango rubricaron de música los fraseos y ritmos inolvidables de sus textos.
Miguel Abuelo: Del orfanato a la gloria, de la cárcel a llenar estadios como líder de Los Abuelos de la Nada, de una vida signada por altibajos a convertirse en uno de los creadores de un sonido original que sigue vibrando los cuerpos. Sus escritos fueron memorables y sus poesías, compañeras de sus búsquedas y una constante inspiración para crear canciones. Interpretó genialmente el último poema citado de González Tuñón. Su amor por la libertad, los amigos, el arte, el peregrinaje, es también, como en el poeta, una invitación a mirar los pasillos laberínticos de uno mismo.
Tata Cedrón: Si de músicos populares hablamos, pecado mortal sería no mencionar al glorioso cuarteto del Tata. En los compases del dos por cuatro y esa voz que a veces parece salida del fondo de la noche más triste, y otras, en cambio, de una caja musical de kermés… con esa voz, decíamos, nos canta a Tuñón. El disco incluye también, fragmentos de una entrevista muy cálida realizada al poeta en su vejez.


LITERATURA PARA NIÑOS

LOS TRES DEL MES
EL CLUB DE LOS PERFECTOS (Graciela Montes): De la colección El pajarito remendado (Colihue), les traemos un breve cuento con ilustraciones de Eleonora Arroyo. Una historia de barrio, que indaga la extravagancia de la perfección congregada en un club porque todo el mundo sabe que a los Perfectos sólo les gusta charlar con Perfectos: “…no son miedosos ni confianzudos. No se ríen a carcajadas ni lloran a moco tendido… hay que reconocer que no eran muchos que digamos”.
ORTOGRAFÍA EN JUEGO (Silvia Shujer): De la A a la Z, el libro (Sudamericana) ofrece una divertida manera de memorizar la “normativa” en la escritura. Sopa de letras, adivinanzas, trabalenguas, crucigramas, versos, y muchas otras ocurrencias. Recomendado para chicos a partir de los nueve años.

DOS VECES BUENO (Cuentos breves de América y España): La microficción es un buen antídoto para la dificultad de concentración que hoy afecta a los jóvenes ante el encanto magnético hacia la tecnología. Esta colección, cuyo antólogo es Raúl Brasca, reúne los relatos más consagrados en nuestra lengua.

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